martes, 20 de mayo de 2008

Carlos Basombrío: Carta abierta a tan ilustres visitantes


Antes que nada: ¡bienvenidos! A la mayoría de los peruanos nos alegra que una reunión tan importante se realice aquí. Para nosotros es una ratificación de lo mucho que el Perú ha cambiado, y para bien. Sabemos que no estarían acá si aún viviéramos en medio de las bombas o si tuviésemos una economía en ruinas; menos, todavía, si no hubiésemos recuperado la democracia y siguiera la dictadura cleptócrata. (Por cierto, no nos vendría mal que les recuerden a los anfitriones lo importante que es para ustedes la democracia, algo que, a veces, en sus discursos, y por algunas malas juntas, ellos parecen no valorar del todo).
Dado el mundo artificial que les han construido dentro de esas rejas, ustedes deben pensar que Lima es un lugar solo habitado por altos funcionarios y policías. Por alguna misteriosa razón, los responsables de la seguridad creen que los peruanos somos una amenaza para ustedes y confundieron la indispensable seguridad -un asunto a manejar con mucho profesionalismo- con aislarlos y atiborrar sus hoteles de policías de a pie sacados del resto de la ciudad.
Como deben sospechar, detrás de las rejas hay otro mundo. Uno que casi colapsa por la forma en que cortaron las vías para que ustedes circulen cómodos y que, ahora que decretaron feriado (para que no estorbemos), está desierto. Pero Lima no es ni caos ni silencio. Es una ciudad intensa y rica en diversidad. Sería bueno que trataran de escapar del cerco y la visitaran. Ahora bien, hay que advertirles que deberán esquivar por todas partes calles que parecen bombardeadas. No, no es culpa del terremoto del año pasado. Eso fue más al sur, en Pisco, cuna de nuestro licor nacional. La verdad es que las calles están destruidas porque queríamos que cuando vinieran estuvieran nuevas y lindas. ¡Pero nos ganó el tiempo! Pese a que el dinero no era problema -y por razones que para nosotros también son incomprensibles-, las obras comenzaron con muchos meses de retraso y, con suerte, estarán listas recién para la otra cumbre, ¡en noviembre!
Entre tanto: el caos. Pero no se preocupen, sabremos sobrellevarlo. Más todavía si nuestro Ministerio de Salud ha sacado un comunicado instruyéndonos para que, cada vez que quedemos atrapados en el laberinto, respiremos profundo y contemos hasta diez. (Digamos que a veces hay tiempo para contar hasta un millón). No importa. Si vuestras discusiones son fructíferas y si de ellas emergen buenas ideas y planes concretos para los problemas globales que nos preocupan a todos, habrá valido la pena soportar tanto estropicio local.
Perú. 21, 16/05/2008

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